La pasta que se comercializa congelada se acondiciona de manera diferente que la pasta fresca para garantizar su calidad. Se empaca con folios de plástico y sémolin en lugar de papel y harina para que no se puegue.
Para cocinarla se debe hervir agua y agregar las porciones, lo ideal es separarlas antes de que entren al agua. Posteriormente se remueve para evitar que se pegue en el fondo y se espera a que la pasta suba y se deja un minuto hirviendo arriba.
Luego se apaga el fuego y se deja cocinar con el agua caliente dos minutos y con la olla tapada.
La pasta está pronta para servir. Lo ideal es servir con espumadera para evitar que las piezas pierdan su relleno.